EL CUCHIFRITO DE LOS SELLOS QUE
NUTRIERON AL MONSTRO FANIA
Cuando Pacheco y Jerry Masucci
forman el sello de salsa Fania Records, no fue solo por una casualidad del
destino, este dúo además de la gran amistad que los unía, poseían otras
cualidades muy importantes, por un lado una aguda perspicacia para los negocios
y por otro un innegable ojo para el descubrir nuevos talentos.
Y es en ese afán de querer
imponerse y conquistar el gran mercado de la música latina, es que se manejaron
muchas estrategias, entre una de tantas (como lo describo en el artículo
“Globalizacion, salsa y cultura”) fue el ir adquiriendo sellos discográficos,
primeramente en la ciudad de Nueva York, sus potenciales rivales, como Alegre
Records propiedad de Alberto Santiago Álvarez a simplemente Al Santiago, Tico
Records propiedad de George Goldner y más tarde adquirida por Morris Levy e incorporada
a Roulette Records, y finalmente Cotique Records, propiedad de George
Goldner a principios de la década de los
70s, adquisiciones que redujeron su competencia y expandieron su lista de
nuevos artistas del ámbito latino en la gran manzana.
Se crearían también las subsidiarias Vaya
records, una filial de comercialización en la que entraron como socios Larry
Harlow, Alex Masucci y Leon Gast, (a quienes luego Jerry Masucci les compraría
sus partes) y luego International records, que fue manejado por el propio Jerry
Masucci con ayuda de José Florez y Jorge Beillard, Vaya tendría como primer
gerente y productor ejecutivo a Harvey Averne, luego pasaría a manos de Alex
Masucci hermano de Jerry Masucci.
Continuarían agregando al nuevo
imperio FANIA otros sellos ya fuera de la gran manzana y uno de los primeros
seria el famoso sello Inca Records de Puerto Rico, de los empresarios, el puertorriqueño Jorge Valdés y el cubano
Pedro Pai.
Inca Records, que comenzó en 1965
gracias a los esfuerzos de Jorge Valdés, y el cubano Pedro Pai, el cual vivía
en Puerto Rico, fue una plataforma de lanzamiento para luminarias tan
importantes como Tommy Olivencia, Willie Rosario y La Sonora Ponceña entre
otros, Inca Records lanzó música como subsidiaria de Fania hasta 1995,
Tommy Olivencia y La Primerísima
Orquesta de Puerto Rico, fueron de los primeros en firmar por el sello Inca. El
álbum debut del grupo en 1965, incluyó una versión temprana del clásico de
salsa «Trucutu». La grabación contó con el sonero Chamaco Ramírez, quien se
unió a Olivencia cuando apenas tenía 16 años. Ramírez lidera la canción con su
tenor ligeramente nasal, reconocible al instante, adicionándole la autoría del
mismo, demostrándonos su habilidad como compositor, vendrían luego «Fire Fire
In The Wire Wire», en 1967, esta vez se presentaba a Ramírez cantando junto al
sedoso Paquito Guzmán, sus dos voces fusionadas en una maraña de éxtasis de
trompetas y percusión.
Para 1960, un líder de orquesta y
multiinstrumentista puertorriqueño llamado Willie Rosario ya había rebotado en
un par de sellos diferentes. Había pasado un tiempo con Alegre Records,
actuando en algunas grabaciones de los Alegre, y luego haría un álbum de
boogaloo en Atlantic Records. Debido a que se mudó a Nueva York cuando era
joven, es Bobby Valentín, quien lo promueve para que participe en Inca Records.
Después de firmar con el sello, Rosario lanzó El Bravo De Siempre de 1969, que
tendría gran éxito en la isla.
La Sonora Ponceña seria el gran
aporte al naciente sello, La banda se formó a mediados de la década de 1950
gracias a los esfuerzos de Enrique “Quique” Lucca Caraballo, el director
original de la banda. Su hijo, un niño prodigio del piano Papo Lucca,
finalmente tomaría las riendas como director. Tocaría con la banda durante años
antes de liderarla, incluso cuando tenía 21 años en el primer lanzamiento de
Inca Records de Sonora Ponceña, Hacheros Pa ‘Un Palo.
Chamaco Ramírez grabaría su único
disco en solitario, titulado Alive And Kicking, después de un período de lucha
contra la adicción y el encarcelamiento. Su voz, una combinación de fuerza y
vulnerabilidad, brilla tanto en el vivaz “Kikiriki” como en el estilo bolero
“Cuando Manda El Corazon”.
Lo mismo ocurriría con Leyo Peña
y Monguito Santamaría, ambos casi olvidados en la historia de la música. Peña
era un líder de banda que amaba la variedad. Después de su debut en 1967 Feliz
Yo Viviré, el grupo de Peña ofreció Que Traigan El Son Cubano de 1972, que
combinaba guaguancó, son cubano y cha-cha-cha “Guaguancó Borincano” es un
ejemplo de la facilidad con la que fusionan estos sonidos. Monguito Santamaría
era hijo del afamado percusionista Mongo Santamaría, pero su instrumento era el
piano, mostró la amplitud de su habilidad en En Una Nota!, canciones como
“Devuélveme la Voz” cuentan con improvisaciones sublimes.
Inca Records lanzó un último
disco Que Te Vas, de Johnny Olivo, antes de unirse al gran sello Fania. Masucci
recurrió a Ray Barretto y Larry Harlow para ayudar con la producción de los
artistas puertorriqueños recién adquiridos por el sello. Harlow recordaría el tercer
disco de Sonora Ponceña, Algo de Locura. «Esa fue una de mis primeras
producciones», dijo, «Y Jerry Masucci me asignó eso». Aunque no sabía mucho
sobre la banda, fue capaz de sacar a relucir su arte audaz y contundente. “Eran
una banda simple y fácil de producir, porque solo eran trompetas”, recuerda
Harlow. “Eran una buena banda, muy bien ensayada, porque tocaban todos los días
en Puerto Rico y llevaban un tiempo tocando esas canciones antes de entrar al
estudio”. La fluidez de su asociación se puede escuchar en canciones como
“Acere Ko (Rumbon)”, el primer corte del álbum.
Barretto, también influiría en la
dirección de Inca. Cuidó sesiones con bandas como la Orquesta Nater, que a
pesar de tener un disco en el sello impresionó con el pegadizo “Vamos A Soñar”.
Barretto también tuvo una participación indirecta en la formación de Típica 73:
la banda estaba formada por sus ex integrantes, muchos de los cuales tenían
afinidad por los ritmos de la charanga. La formación de Típica 73 cambió a lo
largo de los años, pero su inclusión de músicos puertorriqueños y cubanos
reflejó los lazos entre las dos islas y cómo intercambio de la tradición de la
salsa de la otra. Su lanzamiento homónimo en Inca Records fue supervisado por
el mismo Johnny Pacheco y resultó en «Acere Bonco», por su ritmo vertiginoso.
Y es en ese afán de expansión
llegaría a pisar tierras peruanas el mismísimo Jerry Masucci, para firmar un contrato
con la disquera peruana Infopesa propiedad
de Alberto Maravi, y poder difundir en el Perú su extenso catálogo.
Ismael Zarate M. / MAS SALSA QUE
PESCAO PERU
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